obra realizada junto a Abelardo Gil-Fournier – Mirador 05, Berzosa del Lozoya, Madrid
El paseo y la mirada en un pueblo, el campo o la ciudad descubren a su paso espacios que nos hablan de lo particular en sus características más evidentes, pero también de lo general e incluso de lo universal. Si el agua puede explicarnos todo el ciclo de la vida, ¿puede un viejo caserón ser aclaratorio del funcionamiento de los nuevos medios telescópicos?
Este proyecto realizado en Berzosa del Lozoya, un pequeño pueblo de la Sierra Norte de Madrid dejaba que el espacio y aquello que lo delimitaba y que era delimitado, ya fuera lo natural, lo artificial o lo vivo, se expresaran comunicando sus propios discursos, el de la mirada, el del transcurrir, del caminar, del artístico y del científico… La intervención consistió en 5 mallas de aproximadamente 1,5 x 1m compuestas cada una de un número indeterminado de pequeños espejos. Estas mallas se situaron sobre la fachada de un edifico que con el paso del tiempo había adoptado formas caprichosas, presentando en ese momento un aspecto más cercano al de un ser vivo que al de a una arquitectura pétrea, estilo que predominaba en todas las casas de su alrededor. Un altavoz situado detrás de cada una de las mallas emitía una frecuencia ajustada al sonido producido por las nuevas calefacciones de gas presentes en lel pueblo, provocando una sutil vibración sobre los espejos de las mallas que se movían levemente. El reflejo de las piedras de los edificios contiguos en estas mallas producía el efecto de arquitectura viva y en continuo reajuste de sus materiales, un efecto este inspirado en el funcionamiento telescópico a base de pequeños cristales que reducen en los grandes aumentos la vibración de la imagen.